ANEKDOTARIO

Didgeridoo

A las 8 de la tarde me he dormido escuchando música de este instrumento aborígen australiano, el Didgeridoo.
Me acabo de despertar a las 3 de la mañana, y recapacito. Trabajo tanto que a veces no tengo ni tan siquiera ganas de cenar, sólo de dormir, de descansar. Y mañana, otro día en el cual el trabajo ocupa el 90% de mi tiempo "útil" entre semana. Vivir para trabajar se llama eso. Vivo por y para los fines de semana, las únicas dosis de vida de las que dispongo en los últimos meses. Y vivo pensando en el día en que eso cambiará, y en el día en que volveré a tener un contacto social habitual en días laborales.
El Didgeridoo es un instrumento musical que conocía pero desconocía a la vez. De hecho lo había escuchado muchas veces, pero no tenía ni idea ni tan siquiera de su nombre. El viernes lo conocí de primera mano, en las ramblas de Barcelona, y en compañía de Luis y Edu. Ahora creo que soy un adicto.
Y espérate que no me dé una vena ariana de las mías y acabe por comprarme uno (aunque me lo desaconsejo a mí mismo, hay que ganar el sueldo de Ronaldinho para comprarse uno).
Me vuelvo a la cama. Didgeridoo de fondo. Me inspira, me relaja. Meditando un poquito sobre mi vida de entre semana, y la sensación de que no estoy viviendo como debería en esos 5 insípidos días. La sensación de que estoy dejando escapar vida por ahí, y eso incluso me agobia. Vidas sólo hay una.
A ver qué pasa.