ANEKDOTARIO

Altibajos

Todo cambio supone una adaptación. Estamos diseñados para, pase lo que pase, amoldarnos a los nuevos parámetros sobrevenidos, a las nuevas circunstancias. Lo que ocurre es que cuando esos cambios son drásticos e inesperados, nos desconciertan, y duelen. Somos frágiles, algunos más que otros, y toda novedad necesita un tiempo de reacción para un correcto amoldamiento.
Esta vez las circunstancias han podido conmigo. Me han pillado totalmente desprevenido. El hecho de estar acostumbrado a un ritmo de vida, a un optimismo exacerbado, y a una concatenación de hechos positivos, me han hecho confiarme, y eso me lastimó. Un dolor que no recordaba, y al que estaba acostumbrado hace tiempo. De hecho siempre fue mi estado natural, pero me había olvidado de eso. No es que se me haya venido el mundo encima, tampoco ha pasado algo tremendamente relevante. Pero simplemente 2 ó 3 hechos aislados reunidos en un corto espacio de tiempo me han hecho abrir los ojos un poquito, y ponerme en guardia ante lo venidero.
Todo se vuelve, está comprobado. Y puede que en ese concepto esté la justicia. Pero ahora no lo veo así, no me parece justo. Obviamente no soy objetivo, pero es mi humilde punto de vista.
Una vez más necesito que este fin de semana acabe, y que con su fin pueda volver a retomar la senda alcista a la que estaba acostumbrado. Lo que sí que está claro es que los altibajos hacen a uno despertar. A ver...